Reino Unido ha puesto límite a las emisiones de las centrales de carbón a partir del 1 de octubre de 2025. Unos límites que serán imposible de cumplir, forzando a las centrales a cerrar a menos que estén equipadas con tecnología de captura de CO2.
Como parte de sus esfuerzos para cumplir con los objetivos climáticos del país, Reino Unido anunció en 2015 que terminaría con la generación de electricidad a base de carbón sin tecnología de captura de CO2 para el año 2025. Ahora, el Departamento de Negocios, Energía y Estrategia Industrial (BEIS) ha elaborado su plan de acción en el que se establece un límite de emisión de hasta 450 gramos de CO2 por KWh de electricidad producida para asegurar el cierre de las plantas contaminantes.
Desde que Reino Unido estableciera un impuesto sobre las emisiones de CO2 a las centrales eléctricas en 2013, la generación de electricidad a partir del carbón se ha desplomado, y el año pasado el país vio su primer día de generación de electricidad sin carbón, hecho que no ocurría desde la revolución industrial del siglo XIX.
Alrededor de 6 GW de capacidad de generación eléctrica a partir de carbón están actualmente en uso, capaces de abastecer a cerca de 6 millones de hogares, pero el BEIS afirma que para el 2025 se espera que esto disminuya a 1,5 GW. Se espera que otras formas de generación compensen el déficit de generación.
Con muchas de las centrales nucleares del país también cerradas para finales de los años 2020 y con la escasa previsión de construir nuevas plantas, el gobierno inició por primera vez en 2017 los pagos por capacidad, es decir, que paga a las centrales eléctricas para que tengan la capacidad de generar electricidad a corto plazo.
Según el Departamento de Negocios, Energía y Estrategia Industrial:
«Nuestro objetivo es que el mercado de capacidad asegurará que haya suficiente capacidad en el país para reemplazar las plantas de carbón que se cierren.»
Gran Bretaña tiene un objetivo jurídicamente vinculante de reducir las emisiones de CO2 en 2050 un 80% por debajo de los niveles de 1990 como parte de una campaña para combatir el calentamiento global.