Llaman a la puerta. Abres y es tu vecino, el de la casa de enfrente. “Perdona que te moleste a estas horas, pero ¿te puedo pedir unos watios de electricidad?” Ni azúcar, ni sal. En un futuro no muy lejano podremos vender (o regalar, si el vecino nos cae bien) nuestra propia electricidad procedente de fuentes renovables.
Esta situación parece algo propio de las películas futuristas, pero en realidad ya se están realizando pruebas piloto que demuestran que es posible, como demuestran algunos proyectos en Australia y Holanda. Las personas de a pie seremos totalmente capaces de producir, almacenar y comercializar nuestra propia energía. Y de consumirla, por supuesto. Sin intermediarios.
Además de las personas en sus hogares, las empresas también serán capaces de hacer lo mismo. Todos seremos mini-compañías energéticas.
La tecnología e infraestructura para hacerlo posible ya está aquí, y se está extendiendo cada vez más rápidamente. En Alemania, más de un millón de personas ya cuentan con sus propias microgrids, con sus propias fuentes energéticas renovables, y se intercambian la energía peer to peer (P2P).
Pero, ¿cómo afecta este nuevo escenario al ecosistema eléctrico a gran escala?
Originalmente el esquema era simple y, sobre todo, unidireccional: se generaba la energía de forma centralizada, las compañías eléctricas la transmitían, la distribuían a los consumidores y estos la consumían. Pero el escenario futuro supondrá un cambio radical de este esquema, y cualquier punto de la red eléctrica podrá generar y distribuir. Es lo que llamamos el ecosistema MeshGrid.
En este nuevo modelo descentralizado, abierto y multidireccional, se mezclan y entrelazan (mesh, en inglés) los mundo físicos y digitales, y los consumidores se convierten en prosumidores, agentes activos capaces de comprar, vender la electricidad a otros usuarios y equilibrar los recursos de la demanda y del suministro, creando nuevos modelos de negocio y nuevas oportunidades para todos los actores.
El nuevo ecosistema energético multidireccional permitirá a los prosumidores – y a las empresas que se sumen- contar con nuevas formas de monetizar sus recursos. Además, estas mini-compañías energéticas serán activos inteligentes, comunicados y controlables, capaces de coordinarse y automatizarse para el beneficio de todo el ecosistema, gracias a la tecnología.
La red eléctrica pasará de ser una máquina a un superorganismo, un complejo sistema adaptativo que se reorienta y optimiza continuamente, buscando el equilibrio en tiempo real entre todos los actores y evitando incidencias.
Las microgrids, las nanogrids, el internet de las cosas, la tecnología blockchain, los algoritmos Hashgraph y otras tecnologías están impulsando y haciendo posible este cambio. Estas tecnologías, además de otorgar al usuario, por primera vez, el control sobre su energía, también permiten ahorrar costes y minimizar la huella medioambiental.
Las microgrids y las nanogrids permiten a empresas y consumidores gestionar y almacenar su propia energía. Se pueden instalar dispositivos con sensores inteligentes, que miden la energía de la red y envían información sobre la producción, el consumo y el exceso de energía a una app. Con esta información, el prosumidor podría vender el excedente a través de una plataforma de comercio electrónico. La transacción sería totalmente automática, y una red basada en tecnología blockchain registraría las ventas. La red eléctrica (asistida por las compañías más innovadoras que se hayan adaptado al cambio) entregará la energía comprada a los consumidores u otros prosumidores. Es lo que se llama gestión activa: operar de forma sostenible, optimizar los recursos y comprar energía de forma más inteligente.
El ecosistema MeshGrid aún es una posibilidad futura, pero la descentralización ya está aquí, y se está acelerando. Las empresas y compañías eléctricas, que decidan adaptarse a ella, se estarán preparando para el siguiente paso, tecnológica y culturalmente.
¿Piensas que esta visión es futurista? Internet lo era hace 20 años. Actualmente estamos entrando en un periodo sin precedentes a nivel de innovación. Amazon, Airbnb, Apple, Uber y otras compañías nos dan una idea de lo rápido que están cambiando los modelos de negocio y, como empresas incipientes, están transformando los diferentes mercados. Las preguntas claves son: ¿por qué no? ¿Cuándo ocurrirá? ¿Seré capaz de anticiparme a los cambios? La disrupción ya está aquí, ¿a qué esperas?
Fuente: https://retina.elpais.com/retina/2018/05/17/tendencias/1526553133_509930.html?id_externo_rsoc