Una visión sobre el futuro del sistema eléctrico español

El futuro es, definitivamente, renovable. Nadie debería estar en desacuerdo ante tal afirmación, bien sea por el inevitable agotamiento de los recursos fósiles, nuestra dependencia internacional a ellos, o por el problema medioambiental que está causando en grandes ciudades, sin mencionar otros problemas a escala global como el cambio climático.

Allá por 2008 cuando pensábamos que éramos ricos, España y Alemania se embarcaron en una transición energética, que, debido a malas políticas en España, se dejó a medias. Si algo bueno trajeron esas inversiones en renovables fue el descenso del coste de las energías alternativas debido a la experiencia acumulada durante esos años y la construcción en masa de parques eólicos y algunos pocos fotovoltaicos.

Alternativamente, esas inversiones nos han acercado hoy a los cumplimientos de los objetivos de París para 2020.

La instalación de energías renovables ha estado paralizada durante los últimos años para ahora tener un nuevo resurgir: Ya el año pasado se adjudicaron un total de 8 GW de nueva potencia renovable entre 2 subastas para 2020, repartidos en 3.000 megavatios eólicos en la primera subasta y 3.903 MW fotovoltaicos y 1.128 MW eólicos en la segunda.

Hace pocos días salió como noticia el boom de la fotovoltaica, con poco más de 23 GW de potencia nueva a instalar durante los próximos años. No es de extrañar, cuando países con menos irradiación solar que España como Alemania e Italia tienen 40 y casi 20 GW de potencia solar instalados respectivamente.

Alemania lo tiene claro y apuesta fuerte: Para el año 2030 ha incrementado sus objetivos de penetración renovable de un 50% a un 65% para así reducir las emisiones de sus centrales de carbón y que el cierre nuclear no contrarreste la instalación de renovables.

Pero claro, como en España no hay sol, se ha tardado más en realizar estas inversiones país.

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Como será el impacto de la energía solar en el sistema eléctrico
Sumando 34 GW de potencia solar en el país a largo plazo, falta saber si podemos absorber esta cantidad de potencia: En verano solemos tener una demanda de 38 GW, y teniendo en cuenta que esa potencia solar se traducirá en unos 25 GW pico a diario, queda margen para otras tecnologías de generación.

En España el pico de consumo en verano coincide casi perfectamente con el tope de producción solar, por tanto, esa potencia siempre tendría un lugar al que ir. Por otro lado, las centrales de gas, algunas de carbón e hidroeléctricas tienen capacidad de reducir o aumentar su aporte de potencia a la red de forma rápida, así que pueden compaginarse con la nueva potencia instalada, incluso con un día con mucho viento.

Para el año 2030 falta ver si queda alguna central de carbón en operación, lo cual ayudaría a bajar las emisiones de CO2 si su producción se sustituyera con ciclos combinados. Además, de quedar en operación alguno de los 7 reactores nucleares que quedan en operación en el país deberán realizar mejoras en su diseño para poder seguir carga disminuyendo su potencia tal y como lo hacen las centrales alemanas y francesas, ya que hoy por hoy su seguimiento está limitado.

De renovarse las licencias de explotación de las nucleares hasta los 60 años las emisiones de CO2 del sistema eléctrico se mantendrían bajas al complementarse con la nueva potencia renovable instalada. Esto, además de lógico también lo ha admitido Greenpeace en un reciente estudio sobre el cierre de carbón y nucleares en 2025.

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El vehículo eléctrico, otro de los protagonistas
Con la penetración del vehículo eléctrico en el parque automovilístico, lo ideal sería cargar el vehículo de noche debido a la menor demanda. De hecho, según un estudio de Red Eléctrica Española (REE) se podría abastecer de electricidad a un cuarto del parque automovilístico español si la carga se realizara durante la madrugada sin necesitar ninguna mejora en las redes de transporte y distribución. Además, de este modo, se hace un mejor aprovechamiento de las energías renovables ya que es por la noche cuando las temperaturas descienden y el aire se hace más denso, dando lugar a una mayor producción eólica, sobre todo en los meses de invierno.

Al final, somos personas y somos cómodos: el vehículo eléctrico se cargará al llegar a casa del trabajo y no por las noches, provocando un pico de demanda aún mayor del que ya existe durante el invierno, creando uno nuevo durante el verano. Ahora bien, al menos los que cargan el vehículo por el mediodía aprovecharán la energía solar en verano.

En definitiva, todo esto son grandes noticias para el sector renovable y el medioambiente, ya que podremos despedirnos de muchas centrales de carbón, a no ser que alguna deba quedar abierta por temas de estabilidad de la red eléctrica.

Un artículo de Josep Rey estudiante de ingeniería eléctrica y aficionado a la energía nuclear.

Fuente: https://www.diariorenovables.com/2018/04/futuro-sistema-electrico-espanol8.html

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